viernes, 4 de junio de 2010

Les Temps Morts -René Laloux



Director: René Laloux (1964)

martes, 1 de junio de 2010

El sabor del Té



Director: Katsuhito Ishii, año 2004.

Hermosa película Oriental:

Dentro de las diversas ofertas del último cine japonés (que difícilmente llegan a un estreno comercial en la Argentina y con mejor suerte pueden conocerse en el Festival de Mar del Plata o en el Bafici), la ofrecida por Katsuhiro Ishii, propone, en singular yuxtaposición de realismo, subjetividad, magia y un discreto intento por romper con cualquier prejuicio convencional que pueda tenerse de una familia japonesa de hoy, y su nada cotidiana. Los Haruno viven en una casa rodeada de hermosos paisajes en las afueras de Tokio. No tienen nada que ver con lo urbano. Todo lo contrario. Incluso atesoran cierto encanto campesino e inocente en sus costumbres, que aparece en su forma de relacionarse con los demás. Por lo que Ishii describe en la primera media hora, cada una de esas criaturas trata de sobrellevar los días de la mejor manera, incluso a pesar de que algunos de ellos están al filo de descubrir el mundo de los adultos, tal como puede ocurrir una vez superada la infancia. Sachiko (Maya Banno), la más pequeña, intenta escapar de una gemela gigante, amiga imaginaria, que se mueve como Gulliver en el país de los enanos, pero solamente ella la ve. Hakime (Takahiro Sato), su hermano púber, está fascinado con una joven que concurre a su misma escuela, pero a la que, víctima de una tremenda timidez, no puede relacionarse, aunque finalmente lo consiga gracias al milenario go. Su madre, Yoshiko (Satomi Tezuka), se esfuerza por terminar dos minutos de un animé que podrán devolverla al mercado laboral que dejó al nacer su hija más pequeña. Mientras tanto, su esposo Nobuo (Tomokazu Miura), una suerte de psicólogo hipnotizador, observa al grupo con cierta distancia, pero no por eso con menos afecto. Se suman al grupo el hermano de Yoshiko con sus sueños-recuerdos fantasmales, y el hermano de Nobuo, un aplaudido autor de mangas.

Con todos esos personajes, Ishii arma un juego que parece una sumatoria de anécdotas que, más allá de su discurrir lento que tanto apasiona a los cineastas orientales, intentan formar parte de un todo homogéneo. Pero a no confundirse: tener una buena idea de la que partir, no siempre resulta un todo homogéneo que pueda, además de emocionar, ser una propuesta entretenida. En el primer aspecto, Ishii aprueba, no obstante lo confuso y moroso de la primera hora de proyección, deviene todavía más profundo y -por suerte- más dinámico y con algo de humor en la segunda para desembocar en un final que logra compensar, en buena medida, los altibajos precedentes. Ishii, especialista él mismo en animación, no abusa de sus conocimientos en la materia. Por lo visto, Ishii está en busca de un realismo apenas tocado por lo mágico, y cuando lo hace, el resultado es funcional al relato, como en aquellas secuencias en las que aparece la imaginaria melliza gigante o esa otra en la que un tren en miniatura sale de la cabeza de Hakime. En este sentido, también es destacable el aporte de Takeshi Koike, autor de uno de los episodios incluidos en la memorable "Animatrix".

Desde que cada uno de los integrantes de esta familia descubren el sentido de sus sueños, Ishii encuentra a su vez su razón de ser, personajes a los que hay que saborear, como al té, con más atención, a pesar de la rutina de todos los días. "Recuerdo mi infancia -dice Ishii- cuando tomaba té. La gente toma distintos tipos de té todos los días. Por entonces siempre estaba tomando té y eso es algo que se refleja en los Haruno: cada uno lucha con sus propios, pequeños problemas que son como la niebla de primavera. No son cuestión de vida o muerte, pero son confusos, transitorios, y con el tiempo finalmente se resuelven. Como los Haruno, tomaba té todo el tiempo, pero sin registrar el gusto que tenía."

"El sabor del té" es una interesante apuesta de Ishii por un cine profundo acerca del momento y la eternidad, de cuales son las cosas que nos deberían importar más allá de cada angustia, pero no por eso con una caligrafía menos popular. Lo consigue con altibajos, pero sin lugar a dudas con una cuidada estética y algunos notables trabajos actorales (en especial el de Sato), que no es poco.

FUENTE: http://fotograma.com/notas/reviews/4001.shtml