miércoles, 1 de octubre de 2008

Para el

Quien pudiera rosar tus labios
en el susurro de alguna tibia melodía,
donde mi corazón se abrirá como una flor.
Solo tú sabes llegar a mi alma
sin siquiera rozar el perfume de mi piel.
Abre en el abismo de la distancia
que dejaron las piedras que sembré
algún espacio,
algún latir de tu corazón,
que fuera para mí,
para los dos.
No me digas nunca
que es,
aunque lo sea
demasiado tarde, amor.
Devuelve la alegría a mis ojos
que cuanto hace se han tornado gris.
Devuelveme un espejo
en el que ya no se refleje mi vida
del otro lado, junto a tí.